En verdad, hace bien el presidente López Obrador en ponerse en forma, porque en su primer juego de práctica, fue ponchado de manera inmisericorde por su rival de montículo, Joe Biden que, con puras bolas rápidas, lo dejó con la carabina al hombro.
Acostumbrado a que los equipos -adversarios- locales casi siempre les ponen a lanzadores con poca velocidad y mínima variedad en sus pichadas -casi pura curva o slider-, poco pudo hacer ante las rectas de más de 100 millas que le recetó el mandatario norteamericano.
La primera recta que abanicó fue la negativa del gobierno estadounidense para “prestarle” vacunas antiCovid, mientras termina de cerrar la compra de los antivirales que, presumía, ya se habían amarrado con las farmacéuticas, que, ante la falta de pago en una sola exhibición, también se las están entregando en abonos.
El segundo strike, otra bola de humo, fue un lanzamiento alto al que López Obrador se fue tras abanicando la brisa, aunque previamente había conectado de faul para las gradas, fue en relación con su intentona de revivir el Programa Bracero, para que en Estados Unidos le den trabajo a los mexicanos, que aquí no encuentran y, así, llegue una mayor cantidad de remesas milagrosas.
Y el lanzamiento con el que se ponchó sin tirarle, fue de velocidad pura, a la altura de las rodillas y adentro, por lo que López Obrador se hizo hacia atrás temeroso de que lo fuera a golpear, fue la precisión de que habrá trato de iguales; es decir, nada de preferencias para México en las relaciones económicas.
La pobre exhibición del equipo mexicano, encabezado por el primer mandatario, en este primer encuentro, anticipa que el resto de la temporada nacional -casi cuatro años- no será fácil para la escuadra vino tinto.
En el arranque, la novena morenista enfrentará rivales -problemas- que también tienen lo suyo. Los contrarios a la nueva ley eléctrica se han venido reforzando, incluso con jugadores del extranjero; este fin de semana, se verá las caras con La Marea Morada -integrada por feministas-, que se muestra muy agresiva por la poca empatía presidencial hacia su causa.
En fila, se medirá con varios equipos de Biológicos, que tratarán de aprovechar las debilidades defensivas de los morenistas en materia de vacunación, sobre todo si aprovechan la falta de control de López Obrador, cuya “pejemoña” ya no tiene la efectividad de hace dos años.
De ahí la importancia de que el primer mandatario, también ponga en forma a varios de los integrantes de su equipo, cuyos números en el renglón de bateo están por los suelos y a la defensiva son constantes sus errores, que se reflejan en la pizarra.
De no hacerlo, es muy factible que de llegar a los play offs, al arrancar junio, en vez de barrer en la serie de campeonato -las elecciones- tengan que entregar el trofeo -la mayoría en la Cámara de Diputados- a sus adversarios.
El beisbol es mucho de oído, y López Obrador y su gabinete no están escuchando los reclamos sociales, lo que explica porque casi nunca están bien colocados a la hora de ir por los elevados o los rodados, lo que tiene descontenta a su afición que día con día, abandona el estadio de la 4T.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Los paralelismos entre los gobiernos de Luis Echeverría Álvarez y Andrés Manuel López Obrador son cada vez más notorios. Además del populismo y el estatismo que promueven, en sus administraciones fueron asesinados importantes hombres de negocio. En el primer caso, Eugenio Garza Sada; en el segundo, Julio César Galindo Pérez.